ENTREVISTA
A LENIN
¿Cuál
es su nombre?
Mi nombre es Vladímir Ilich
uliánov, comúnmente me conocen como Lenin.
¿Cuándo
nació usted?
Yo nací el 22 de abril de 1870,
en Simbirsk- Rusia.
¿Cómo
fue su comienzo con el mundo de la política?
En junio
de 1887, entré a la facultad de derecho en la Universidad
de Kazán. Allí en Kazán, entré en
contacto con círculos revolucionarios, me detuvieron en diciembre de ese mismo
año y me expulsaron de la Universidad.
Pero ya, en el año 1892, pude graduarme
con unas notas excelentes y empecé a ejercer de abogado. Después, quise
formar a la clase obrera para poder contar con ellos para formar un nuevo
partido. Para ello, viajé para conseguir el apoyo de diferentes grupos
marxistas pero al volver fui detenido por la policía secreta del Zar, Nicolás II. En la cárcel estuve
trabajando sin parar.
¿Luego
le deportarían?
Si, fui
deportado a la Siberia meridional, cerca de la frontera con China. Allí,
contraería matrimonio con Nadezda, una estudiante marxista que me estuvo
visitando en la cárcel.
Ello me
permitió terminar de redactar mi primera obra fundamental, El desarrollo del
capitalismo en Rusia, en la que sostengo que el país semifeudal avanza
decididamente hacia el capitalismo industrial.
¿Y
qué pasó cuando volvió de Siberia?
Después
de casi mil días en Siberia, llevé acabo mi primer exilio en Suiza, donde, junto con Martov, empezaría mi
proyecto, la creación de un partido socialdemócrata. Poco después me
convertiría en el líder de los marxistas
rusos.
¿Después
se dividieron o me equivoco?
Nos
dividimos, porque tuvimos muchas discrepancias a la hora de estructurar el
partido. Los partidarios de Martov era un grupo minoritario que se hicieron
llamar “mencheviques”. Mis
partidarios, que eran la mayoría del grupo, nos hicieron llamar “bolcheviques”
¿Qué
me comenta de la Revolución en 1905?
Gracias a
esta revolución conseguí volver a Rusia y ponerme al mando de mis partidarios.
Pero las esperanzas de que se produjeran nuevos levantamientos no se
concretaron y, ante los intentos de la policía por detenerme, a fines del
verano siguiente, huí a Finlandia. El
proceso insurreccional había sido un fracaso y el gobierno de los zares volvía
a endurecer sus métodos, hasta liquidar totalmente las conquistas logradas por
la revolución. Sumida en el pesimismo y las rencillas internas, la fracción
bolchevique se resintió con la derrota, hasta tal punto que viejos militantes
la abandonaron.
Huyendo
de la policía, pasé de Finlandia a Ginebra, donde comencé mi segundo exilio, que se prolongaría hasta
1917. Después, viajé a París donde pasé una de las peores épocas de mi vida,
con grandes faltas económicas.
¿Y
cuando empezaste a tener gran influencia?
Mientras
las grandes potencias ultimaban sus preparativos para la primera conflagración
mundial, entre los proletarios rusos creció una gran influencia hacia mi persona.
Fue en
este período de defección de los líderes políticos y de desconcierto para los
obreros socialistas, cuando me convertí en una primera figura internacional. En
mis manos, la doctrina marxista recuperó su sentido transformador y su fuerza
revolucionaria.
¿Y
por qué fue tan importante el año 1917?
Porque hubo dos
revoluciones muy importantes con las que llegarían grandes acontecimientos. Por
un lado, la Revolución de febrero de 1917, que tuvo lugar en Rusia, marcó la primera etapa de la Revolución rusa de 1917. Provocó la abdicación del zar Nicolás II. Esta revolución
nació como una reacción a la política realizada por el zar, en particular la participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial, a la que se oponía una alianza principalmente liberal formada por reformistas políticos que querían establecer una asamblea constituyente elegida democráticamente.
Las principales
consecuencias de la revolución fueron el hundimiento del régimen autocrático
zarista y la formación de un poder de gobierno dual, compartido de manera
inestable entre el gobierno provisional y el sóviet de Petrogrado. Esta inestabilidad en el poder llevó finalmente a la Revolución
de Octubre de 1917 que acabó con el
gobierno provisional y la posterior Guerra Civil Rusa.
¿Estaba de acuerdo con el gobierno provisional?
Un mes después de
la abdicación del zar, en abril de 1917, llegué a la estación Finlandia de
Petrogrado, tras atravesar Alemania en un vagón blindado proporcionado por el
estado mayor alemán. A pesar de las disputas políticas que originaron mis
negociaciones con el gobierno del káiser, fui recibido en la capital rusa por
una multitud entusiasta que me dio la bienvenida como a un héroe. Pero no me
comprometí con el gobierno provisional.
¿Y cómo llegó usted al poder?
Antes de llegar
al poder, para hacer frente a la presunta amenaza de un golpe de estado por
parte de mis seguidores, en el mes de julio la presidencia del gobierno
provisional pasó a manos de un hombre fuerte, Kerenski, en sustitución del príncipe Lvov. Al cabo de unos
días aquél ordenó que me detuvieran y me vi obligado a huir de nuevo a
Finlandia.
A medida que la
situación interna se agravaba, desde el exterior urgí al partido a preparar la
sublevación armada.
Ya los
bolcheviques controlaban el soviet
de Moscú y el de Petrogrado estaba bajo la presidencia de Trotski, cuando, el 2 de octubre, volví a entrar
clandestinamente en la capital rusa. Cuatro días más tarde me presenté
disfrazado en el cuartel general del partido para dirigir el alzamiento. El día
7 estallaba la insurrección y las masas asaltaban el palacio de Invierno.
Al día siguiente,
fui nombrado jefe de gobierno. La revolución había llegado al poder, pero ahora
había que salvarla, y la tarea más urgente para ello era firmar la paz inmediata, tarea que
tendríamos que conseguir.